martes, 28 de junio de 2022

El campo como alternativa infernal


Por Cecilia Gárgano

Pasado y presente de una matriz productiva ¿sin escapatoria?

Convertir territorios y poblaciones en zonas de sacrificio o afrontar una crisis irresoluble. Propagar un modelo agrícola intensivo en agrotóxicos o quedarnos sin PBI. No hay otra salida, necesitamos mantener los niveles de productividad y generar divisas. Avalado por estos argumentos, en Argentina el monocultivo sojero se expandió en tiempo récord, transformando los suelos en un laboratorio a cielo abierto. Sus consecuencias son parte de la postal cotidiana de despoblamiento rural, pérdida de la biodiversidad y deterioro sanitario. ¿Cómo fue construida esta encrucijada? ¿Qué mecanismos estatales, conocimientos y discursos la sostienen?
Prefacio

Pensar el campo argentino supone un ejercicio desafiante. Amarrado a su historia. A un conjunto de disputas que involucran desde los orígenes del territorio nacional construido simbólicamente y a fuego como desierto, hasta las actuales problemáticas socioambientales ligadas al llamado modelo sojero. Pensar su presente, sus incidencias en nuestras vidas, resulta igual de amplio y complejo.

Este libro busca reflexionar sobre algunos de los dispositivos, discursivos y materiales, que han dado forma a la actual configuración de la matriz productiva con eje en el agro. La alusión a el campo (y no a los campos) refiere a la necesidad de explorar la construcción hegemónica que se ha desplegado sobre nuestros suelos y habitantes reconstruyendo, cual piezas de un rompecabezas, diversos engranajes que la constituyen. En este sentido, antes que explorar la heterogeneidad – productiva, geográfica, social – de los espacios rurales del país y sus configuraciones, como lo han hecho y lo hacen obras fundamentales de los estudios rurales y la historia agraria, este trabajo persigue un objetivo más modesto. Aportar elementos para comprender cómo han operado mecanismos institucionales, jurídicos, discursivos, cognitivos en la conformación y sostenimiento de la matriz agraria hegemónica.

A partir de algunas vivencias de la población rural y urbana en localidades de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, también analiza cómo estos engranajes se articulan hoy en las experiencias ligadas a sus efectos. Isabelle Stengers (Francia, 1949), filósofa e historiadora de la ciencia, profesora de la Universidad de Bruselas, es tal vez una de las más lúcidas pensadoras contemporáneas que ha avanzado en conjurar la dinámica de la producción de conocimiento. Philippe Pignarre (Francia, 1952), historiador de la industria farmacéutica, mundo que conoció desde dentro por años, profesor de la Universidad París VIII y activista en diversos grupos altermundialistas, juntó su pluma con la de Stengers para dar forma a La brujería capitalista. Prácticas para prevenirla y conjurarla (Stengers y Pignarre 2017). En esta obra luminosa e irreverente desmenuzan diversos elementos que el capitalismo genera y reconstruye en su avance mercantilizador de vidas, ámbitos comunes (materiales, naturales, sociales), experiencias, y saberes.

Con movilizante provocación, señalan que retomar hoy una buena lectura de Marx no puede limitarse a confirmar su diagnóstico sino que depende de lo que podamos hacer con él, de abrir nuevos escenarios de acción. ¿Por qué, entonces, una alusión a dos autores europeos en un libro que aborda algo tan propio de la realidad nacional como el agro? ¿Por qué traerlos para pensar una idiosincrasia que, a lo sumo y aún en forma incompleta, puede ser leída en clave regional, latinoamericana? Stengers y Pignarre (2017) denominan alternativas infernales a las falsas dicotomías que, atravesadas por la urgencia, operan entre la lógica de la resignación y la denuncia impotente. Se trata de situaciones que parecen no dejar escapatoria, en una suerte de encrucijada infernal. En ellas, la lógica imperativa de la aceptación nos compele a resignarnos ante lo inevitable.

Al mismo tiempo, la denuncia que las interpela muchas veces señala que el problema de fondo es el capitalismo (perspectiva ineludible), pero entendiéndolo en tanto maquinaria que todo lo sobredetermina, ocultando así escenarios de acción. En esta formulación de alternativa infernal se evidencia un rasgo fundamental de las relaciones sociales contemporáneas: la obturación de lo político. Junto a ese borramiento emerge la naturalización. Trascender esta configuración implica volver a poner en política lo que hoy se presenta en términos de una alternativa infernal (Stengers y Pignarre 2017).

Conjurar la salida de estos laberintos como una condición necesaria para iluminar los mecanismos mediante los cuales el capitalismo se reinventa a sí mismo, desandar la forma que ha consolidado de concebir e intervenir el mundo. El concepto de alternativa infernal es traído a este libro porque el modelo hegemónico instalado en el agro argentino puede pensarse como un ejemplo casi perfecto de este tipo de encrucijadas que se presentan a sí mismas sin historia, como parte de un destino inevitable.

Propagar un modelo agrícola intensivo en agrotóxicos, o quedarnos sin producto bruto interno (PBI). Convertir territorios y poblaciones en zonas de sacrificio, o afrontar una crisis económica irresoluble. No hay otra salida, necesitamos mantener los niveles de productividad, generar divisas para sostener la economía nacional. Avalado por estos argumentos, el monocultivo sojero se expandió por Argentina en tiempo récord y continúa avanzado junto a otros elementos del mismo modelo agroindustrial. ¿Cómo fue construida esta encrucijada? ¿Qué mecanismos la habilitaron y sostienen?

Este libro analiza la historia así como el funcionamiento de esta alternativa infernal para comprender y desnaturalizar algunos de sus supuestos. Mediante diversos registros, entrevistas a pobladores e investigadores, notas de campo, prensa gráfica y diversas fuentes, el texto va desarmando el entramado que construye a esta configuración del campo argentino como destino inexorable. Un esquema productivo basado en la expansión de la frontera agrícola, el avance del monocultivo y el uso intensivo de insumos químicos, que está asociado a diversas problemáticas socioambientales, económicas, políticas.

Sobran los discursos – científicos, institucionales, empresariales, electorales – que plantean al espacio rural local en esta clave de alternativa infernal. Así, la actual forma de producir (y concebir) el territorio es presentada como algo inexorable, un malnecesario, un horizonte deseable, o bien todas las anteriores. Desde estas páginas retomaremos este concepto como disparador, como punta de lanza para pensar la trayectoria de «el campo» argentino reciente. También para intentar vislumbrar otros mundos posibles en nuestros territorios.

El libro propone un recorrido sobre algunos de los ejes que construyen esta encrucijada para pensar cómo fue instalada como un horizonte y un presente aceptados pese a las múltiples resistencias que abogan por su transformación. Qué condiciones permitieron entender como resignables los efectos sanitarios, socioambientales, que hoy son inocultables, qué mecanismos sostienen a este esquema en pie a pesar de esta visibilidad, en qué medida esta situación dialoga con experiencias del pasado reciente, son algunos de los interrogantes que buscaremos desanudar. La propuesta es reconstruir e indagar algunos elementos de la construcción material y discursiva del espacio rural argentino para pensar algunas de las dinámicas de funcionamiento, transformación, también de legitimación del modelo productivo dominante. Comprender cómo fue gestada la alternativa infernal y mediante qué herramientas es sostenida, para generar fisuras que la trasciendan.

La primera parte indaga una trayectoria histórica, centrada en tres momentos de la segunda mitad del siglo XX. Tres períodos que, por razones distintas, incidieron en forma directa en las formas de producir y habitar. El capítulo 1 se centra en los años sesenta, identificados con la expansión mundial de la llamada Revolución Verde y explora su llegada a Argentina. El segundo hace foco en los años setenta, reconstruyendo las agendas estatales orientadas al agro que estuvieron en tensión en esta década convulsionada, así como las implicancias de la última dictadura para el sector. El capítulo 3 aborda un tercer momento, la neoliberalización agraria iniciada con la aprobación por parte del gobierno argentino de la siembra de soja transgénica en 1996 y su veloz expansión por los territorios nacionales.

Las transformaciones que ha atravesado la matriz productiva argentina desde los años sesenta a la actualidad han sido múltiples. Si acercamos la lupa al sector rural los cambios son igual de diversos, tanto en las formas de producir y sus efectos, como en los sujetos sociales implicados y las relaciones de poder en juego. De la oligarquía ganadera de ayer a grupos como Los Grobo de hoy, que a diferencia de la primera producen en forma intensiva, tecnificada y financiera, en la actualidad encontramos situaciones que eran impensables cuarenta años atrás, como lo es la agricultura de escala familiar que arrienda sus tierras a algún pool de siembra. Entre muchísimos otros cambios, algunos aspectos se han profundizado. La desigualdad en el acceso a la tierra se ha abierto paso en un agro día a día más concentrado y expulsivo. A sabiendas de dejar fuera del universo de análisis muchas otras producciones, por su importancia creciente en las últimas décadas, el eje está puesto en algunos de los principales cultivos de la actividad agrícola.

¿Por qué una primera parte dedicada a la historia para bucear en la configuración del campo argentino? El marco histórico, además de referencia que permite pensar contrapuntos y continuidades, es convocado en tanto experiencia colectiva que puede reunir el conocimiento del pasado con la agencia política del presente. En Conceptos de filosofía de la historia Walter Benjamin dejó sentadas las claves para buscar el norte en la brújula historiográfica, un oficio cuya institucionalización había estado fuertemente condicionada por un acercamiento al pasado más bien coleccionista, sin vocación de transformación.

En la sexta tesis advertía que Articular históricamente el pasado no significa conocerlo “como verdaderamente ha sido”. Significa adueñarse de un recuerdo tal como este relampaguea en un instante de peligro. Culminaba afirmando: Solo tiene derecho a encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador traspasado por la idea de que ni siquiera los muertos estarán a salvo si el enemigo vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer (Benjamin 2007, pág. 68). Este libro busca reconocer e historiar desde nuestros instantes de peligro. Surge de la necesidad, como reacción ante un tiempo en el que la depredación de nuestras existencias, en un sentido amplio, está a la orden del día. Antes que generar una reconstrucción erudita y detallada del pasado reciente, se propone transitar algunas pistas articuladas a nuestros cotidianos. En ese sentido, es mucho lo que deja afuera. No aborda las diversas actividades productivas que existen (o subsisten) a lo largo del país.

Tampoco estudia las cadenas de valor de las mercancías agrarias, los cambios de las explotaciones agropecuarias, los volúmenes producidos, el saqueo (prolongado) a los pueblos originarios, ni las transformaciones del llamado mundo chacarero, entre muchas otras variables relevantes. Pone el foco en algunos de los conocimientos, políticas estatales y conflictos que han dado forma a la matriz productiva instalada en el agro argentino. Uno de los hilos conductores en los que hace pie el relato histórico es en el rol de los conocimientos científicos junto a los discursos asociados a los mismos. Saberes que, en diferentes momentos, han jugado un rol fundamental en las formas de concebir y moldear a los espacios rurales. Si la primera parte del libro mira el pasado reciente, la segunda Territorios sacrificados. Postales de pueblos fumigados, propone un recorrido por experiencias vigentes que se encuentran en el ojo de la tormenta transgénica. La atención vira hacia algunas de las comunidades afectadas, en lucha contra el esquema del agronegocio.

Al mismo tiempo recoge el interrogante en torno al rol del conocimiento en estas trayectorias, problematizando el lugar de la evidencia científica en estas disputas y la jerarquización de voces que inciden en los conflictos socioambientales. El capítulo 4 recorre algunas vivencias radicadas en localidades de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos para bucear en los modos en los que se articulan evidencias, percepciones y resistencias, problematizando la normalización de eventos estructurales que son presentados como excepcionales. El 5 pone el foco en un conflicto en Pergamino, localidad emblemática de la actividad agrícola ubicada en la provincia de Buenos Aires, donde un fallo dictaminó en 2019 que el agua no es apta para su consumo por la cantidad de rastros de plaguicidas que contiene. Se adentra también en un conflicto reciente en Lobos, localidad vecina y nuevo territorio de sacrificio. Finalmente, el Epílogo repasa los engranajes de la alternativa infernal retomando su construcción y funcionamiento. Explicita dos acciones a las que este libro busca aportar: desnaturalizar y repolitizar. ¿Y qué es, entonces, politizar?

Una de las definiciones más fértiles que elegimos es la que propone Mark Fisher cuando la ubica como la acción de transformar en un terreno de batalla lo que se da por descontado (Fisher 2019, pág. 119). En nuestro caso, cómo se producen la tierra, los saberes, por parte de quiénes, bajo qué imaginarios y finalidades, implica no solo recuperar las principales reflexiones, sino proponer otras, para sumarlas a la búsqueda por salir de la encrucijada en que vivimos.

Para descargar el PDF, haga clic en el siguiente enlace: https://cdn.biodiversidadla.org/content/download/176499/1292963/file/El%20campo%20como%20alternativa%20infernal.pdf

¿Qué hacemos con tanta basura? Experiencias de reciclaje en Venezuela


por Jessica Dos Santos

La tasa media de generación de basura per cápita en América Latina es de 0,87 kg al día, lo que supera el promedio mundial fijado en 0,74 kg.

En esta sumatoria tenemos a países como México, Chile y Argentina donde la cifra ronda los 1,15 kg y otros como Guatemala y Bolivia donde apenas alcanza los 0,50 kg.

En Venezuela no existen cifras oficiales pero la Organización No Gubernamental VITALIS estima que el país produce diariamente entre 19 y 25 mil toneladas de residuos.

Ante estas cifras, la ambientalista Iramaru Herrera se pregunta qué hacer. “¿Cómo se recolectan más de 3 mil toneladas de basura en Caracas diariamente? ¿Habría que tener cuántos camiones? Si cada camión puede recoger 10 toneladas. ¿Cuántos trabajadores se requieren? ¿Dónde se está acumulando todo eso? Hoy reciclar es un tema de salud pública, necesitamos aliviar a las plataformas estatales, porque incluso los vertederos y rellenos sanitarios tienen una vida útil estimada, esas tecnologías tienen capacidades instaladas”.

Pero el reciclaje es una de las principales asignaturas pendientes en América Latina y el Caribe. Según el Banco Mundial, somos la región que menos recicla del mundo: solo un 4,5%, mientras el promedio del planeta es del 13,5%.

¿Cómo nos defendemos nosotros?

Para ONG Vitalis, Venezuela pudiera estar reciclando entre 10 y 19% de su basura: “alrededor del 95% del aluminio, 90% de hierro, 25% de vidrio, 20% de papel/cartón, 2% en plásticos y 1% de materia orgánica. Sin embargo, en función del volumen total de residuos, menos de la quinta parte pudiera estar recibiendo un tratamiento final apropiado”.

En contraparte, Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) considera que esta cifra corresponde a años pasados y actualmente esa fracción quedó reducida a un 7% o 5 %.

Sin embargo, ambas instancias coinciden en un punto: la capacidad para reciclar, pudiera duplicarse o triplicarse en el caso del papel, los plásticos y el vidrio, en tanto que el aprovechamiento de los residuos orgánicos pudiera incrementarse hasta un 1.000%.

Pero, además de las diferencias estadísticas, la situación en general es bastante incierta. Nuestra constitución contempla el deber de resguardar el ambiente, el plan de gobierno 2019-2025 defiende el “ecosocialismo”, y tenemos un Ministerio con ese nombre (Minec), pero no existen políticas estatales claras ni de conocimiento público para lograr la reducción de desechos o el reciclaje de materiales, tampoco metas concretas a mediano o largo plazo.

Desde la raíz

No obstante, no estamos en cero. Hay iniciativas gubernamentales, privadas, comunales y mixtas que vale la pena mirar. Por ejemplo, las Mesas Técnicas de Reciclaje y Aseo (Metras), instancias creadas por el Minec en el año 2018 con el objetivo de reducir la cantidad de desechos que producen las comunidades a través de la creación de los circuitos económicos en torno al reciclaje.

Lissette Torrealba asumió la dirección de las Metras en enero del 2021 y se encontró con 600 mesas en Caracas, las cuales trabajaban y aún trabajan de forma articulada con el Sistema Urbano de Procesamiento, Recolección y Aseo (Supra) para la recolección de desechos en zonas de difícil acceso donde se conformaron rutas comunitarias atendidas con camiones de la misma comunidad.

“Tenemos rutas de recolección de material reciclado desde el origen. Para eso, previamente se hizo un proceso de ‘formación de formadores’, donde cada hogar aprende cuáles desechos son reutilizables, reciclables, qué tipo de plástico existe, cómo manejar el cartón, qué hacer con el llamado papel archivo, cuántos y cuáles tipos de plástico hay, etc., para que con su aprovechamiento se disminuya la cantidad de desechos sólidos en la disposición final”, apunta.

De acuerdo con Torrealba, actualmente el Minec y las diferentes gobernaciones y alcaldías trabajan en la creación de nuevas mesas con voceros de los consejos comunales de cada parroquia, para transformar esta iniciativa en “un movimiento nacional”.

Desde su instancia también resalta otros logros como la creación de la primera escuela popular de reciclaje ubicada en el barrio San José de Carapita, de la parroquia Antímano. “¿Existen otras? Sí, pero en manos de privados, donde imponen que para clasificar los productos se deben tener contenedores específicos. Acá aplicamos otra lógica”.

En este mismo sector y con ayuda de la escuela, se logró la limpieza de 21 pantallas o vertederos improvisados, cuyos desechos también fueron reciclados y canjeados por una tubería de 700 metros que se necesitaba para restituir el servicio de agua en la zona. Todo esto, agrega Torrealba, se pudo lograr gracias a los procesos formativos impartidos desde la Universidad Popular del Ambiente Fruto Vivas, que es el ente educativo del Minec.




¿Qué hacen los privados?

No obstante, Torrealba cree que la desinformación es la principal causa por la cual el reciclaje no avanza. “A nivel gubernamental, la información debería ser más certera, oportuna, menos técnica. Mientras que entre los privados hay quienes se apoderaron del conocimiento y la cadena porque tienen un negocio muy grande en torno a los desechos”.

En este punto coincide Iramaru Herrera, de la compañía RETOCA, quien enfatiza que dentro del reciclaje también opera una lógica del capital: “Industrialmente es más barata la resina reciclada que la virgen. Si los consumidores se interesaran en esto y obligaran a los productores a señalar el origen de sus envases, luego podrían exigir productos más económicos. La mayoría usa materia reciclada pero no lo indica”.

De acuerdo con Iramaru, en el reciclaje hay un esquema productivo y de beneficios económicos para todo aquel que participe, aunque no es rápido ni fácil. “Hoy, para crear una empresa de reciclaje, la permisología es costosa y el registro te pide especificar el objeto: si vas a trabajar con cartón no puedes colocar plástico y así sucesivamente”.

Uniones que transforman

Entre las experiencias privadas más exitosas a nivel nacional, se encuentra la Escuela de Reciclaje que forma parte de Andes Plast C.A., una industria de plástico (bolsas, empaques y tubería PVC) fundada el 13 de agosto de 1999 en el estado Táchira.

Esta empresa -a diferencia de muchas- cuenta con un personal propio que asume el proceso completo y lo hace con honestidad. Para lograrlo, obviamente, tuvieron que formar a los consumidores de San Cristóbal para que aprendiesen a identificar los productos reciclables y los fabricados con productos reciclados.

“Después se creó una red de contenedores para que las personas pudieran depositar sus productos reciclados. Luego, vino el proceso logístico de recolección diferenciada: un camión de nuestra escuela hace una ruta por toda la ciudad para retirar esos residuos sólidos y traerlos a la planta de reciclaje donde se hace una segunda revisión y el plástico entra en un proceso de selección de acuerdo a sus tipos, se procesa y se genera materia prima reciclada para la fabricación de nuevos productos que entran al mercado con la indicación de que son reciclados y pueden ser reciclados nuevamente”, explica el ingeniero Ronny Chacón.

De esta forma, lo que antes terminaba en los vertederos, espacios públicos, diferentes cuerpos de agua, se transforma en productos más económicos y amigables con el ambiente. “Y al quitar de los basureros ese 20 o 25% de residuos sólidos que son reciclables reducimos hasta un 80% el volumen que va para el aseo estatal, por lo tanto es mucho más efectivo y rápido su funcionamiento”.

Para lograr esto, además, la empresa emprendió varias alianzas con el Estado porque considera que el reciclaje y el saneamiento son políticas públicas que pueden y deben desarrollarse en conjunto para lograr casos exitosos.

“Tuvimos un proceso de formación de los efectivos de la Policía del estado Táchira para la vigilancia o control de la red de contenedores y el uso adecuado de los mismos. Igualmente, educativa y comunicacionalmente, se instruyó el horario y la forma correcta de sacar el aseo. También tenemos ‘coach ambientales’ que van de casa en casa, de comercio en comercio, explicando qué es reciclable, cómo hacerlo”, explica Chacón, quien agrega que también se han sumado estudiantes de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.

Experiencias comunitarias

Entre iniciativas estatales y privadas, también surgen las comunitarias. En el edificio Llaeco, ubicado en la Parroquia San Pedro, sus habitantes conformaron el movimiento “Ecollaeco”, el cual arrima y resguarda materiales en contenedores dotados por “Venezuela Bella” y ubicados en el salón de fiesta para mensualmente hacer jornadas de intercambio con la empresa Supra. Hasta el momento, llevan 11 jornadas y más de 5 toneladas entregadas.

“El principal beneficio obtenido fue crear consciencia, que ahora cada vecino sepa que el pote de la crema o el champú que se le acabó tiene un precio, porque la empresa Supra nos da un monto por ítem de cada residuo, y además saber puede ser útil otra vez. Luego, está el tema monetario, ya que el dinero obtenido nos sirvió para reparar uno de los ascensores de la Torre B y ahora estamos trabajando para reparar el de la Torre A. Además, edificios aledaños se han unido a la iniciativa”, explica Yelitza García, vecina del edificio.

También en Residencias Los Samanes, de la misma parroquia, está ubicada la comuna Cacique Tiuna, la cual acopla y clasifica materiales, apoyándose en los comerciantes del sector, quienes les guardan cartón, plástico duro y pesado. Hasta ahora, llevan siete intercambios con Supra, lo que les permitió comprar la tarjeta electrónica para poder reparar su ascensor.

Más al oeste, en Catia, también crece la empresa “5to elemento” de la Comuna Socialista Altos de Lídice, la cual está conformada por un encargado, un administrador, un contralor y nueve obreros, quienes impulsan esta política, van casa por casa a recoger los residuos ya clasificados, revisan lo obtenido, seleccionan e intercambian.

“Para animar a la gente a reciclar hacemos rifas. Es decir, cuando una persona nos trae 3 o 4 kilos de plástico o de cartón, nosotros le damos un número que participa en una gran rifa, donde entregamos artículos de limpieza, proteína animal, etc., porque el proceso de adaptación no fue fácil”, nos explica Miguel Fariñas, encargado de la empresa, cuyas compactadoras de papel, cartón y plástico fueron otorgados hace tres años por “Venezuela Bella”.

El dinero que obtienen al vender sus materiales es usado para pagarle un sueldo a cada trabajador, mantener los equipos al día y hacerle un aporte significativo al Banco Comunal, el cual es usado para luminaria, pintura y todo lo que la comunidad necesite.

Los planes de esta empresa no se detienen. Por eso, están trabajando en dos proyectos de expansión. El primero se llama “Mi escuela sí recicla”, donde le piden a cada niño llevar a su escuela el material reciclable para que la unidad educativa se los venda o canjee por material de limpieza u oficina. El segundo, es convencer a la banca y los ministerios para que los ayuden con el reciclaje de papel y cartón, pues otras comunas del sector también quisieran replicar esta iniciativa.




¿Quiénes son los compradores?

Muchas de estas experiencias, incluyendo Ecollaeco y Cacique Tiuna, hacen sus intercambios con Supra. ¿Qué ocurre luego? “Se intercambia con las empresas del Estado encargadas de cada tipo de material”, indica Torrealba.

Por su parte, el 5to elemento en Lidice, al principio buscaban venderle al mejor postor dentro del sistema de precios, pero ya están “casados” con la estatal Ecoplast.

Mientras, la empresa RETOCA procesa algunos plásticos y los vende ya transformados en materias primas secundarias a plantas fabricantes de bolsas, tobos, envases. Eventualmente también lo venden a granel (entero) a otros recicladores que procesan.

De acuerdo con Iramaru, el reciclaje es un mercado poco atomizado y básicamente de materias primas, es decir, no hay tantos compradores y vendedores. Por ende, las variaciones de precios se dan es de una ciudad a otra por la logística de carga (fletes). En el centro del país, por ejemplo, el precio es mayor que en ciudades del interior.

“Eventualmente puede haber diferencias de precios ocasionadas por algún pedido estacionario, alguna distorsión respecto a la producción de materias primas vírgenes o empresas nuevas que ingresan al mercado con estrategias de precios para posicionarse, pero siempre son eventos de uno a tres meses de duración”, indica.

En este sentido, nos explica que hay materiales con mayor estabilidad, como el cartón y los raee (electrónicos) porque son mucho más cercanos al monopolio de compradores. “Son solo dos o tres grandes compradores a nivel nacional. En el caso del cartón, solo grandes molinos con capacidad de fabricar y usar la pulpa reciclada”.

¿Cómo empezar en esto?

No hay suficientes coordenadas sobre cómo empezar ni números para medir el impacto real de estas iniciativas. Pero, al menos, son personas activándose de forma colectiva. Si te estás preguntando qué puedes hacer, el ingeniero Ronny Chacón te orienta:

“Primero crear un centro de acopio donde se reciban materiales previa organización de los vecinos y comerciantes cercanos. Después, hay que buscar empresas cercanas que compran residuos. Pero estando conscientes de que hay que manejar grandes volúmenes para obtener beneficios económicos. Muchos dicen ‘la basura es oro’, si fuese así ¿por qué las empresas no van a los vertederos? Porque se requieren inversiones, una estructura, etc.”

Chacón cuenta que, previo a la creación de la Escuela de Reciclaje, en una avenida tachirense, el camión debía pasar hasta 18 veces por semana, algo que disminuyó a 6, una reducción de 12 viajes que benefició a otros sectores que pasaban hasta 15 días sin recolección. “Son beneficios de gestión o políticos, económicos, ambientales y hasta de cumplimiento del marco legal nacional porque desde el año 1992 tenemos una normativa que dice que todo el material aprovechable debe ser separado y aprovechado”.

Iramaru Herrera apoya el punto. A su juicio, en Caracas tenemos centenares de contenedores con capacidad para cerca de dos toneladas de basura cada uno, lo cual es antihigiénico. “Por eso, reciclar, reutilizar, reducir la basura es incluso un tema de salud pública, que nos ayudaría a reducir las cucarachas y las ratas que desde las 7 de la noche caminan por esta ciudad tanto como los seres humanos”, indica.

La experta considera que debemos cambiar el tratamiento que le damos a nuestros residuos porque cuando ligamos desechos orgánicos con los que no lo son, los que se pudren con los que no, los que generan alimañas con los que no, transformamos materiales en basura. La basura es lo que no tiene ninguna utilidad. Si un pote de plástico es útil es un residuo al igual que una concha que puede ser compostada, pero si los ligamos pasan a ser basura.


Pie de página

Por eso, debemos activarnos para generar cambios colectivos así sea a pequeña escala. Pero hacerlo no implica tragarse el discurso dominante donde la contaminación casi siempre es culpa del pobre, de las mayorías. El poder responsabiliza a la gente por su “falta de cultura” (¿Quién la imparte?) en torno al tema, juzga a los pelabolas por lanzar la basura en un vertedero improvisado detrás de su propio rancho o prenderle fuego y tragarse el humo (¿Cuáles son las opciones?), señala al que la saca a destiempo o la deja donde no es.

Y está bien, todo esto es terrible y debe ser cambiado, no justificado. Pero ¿es el centro del problema? ¿Es lo más importante? ¿Somos los principales responsables del desastre? Ninguna gran empresa se hace responsable por sus desechos, aunque algunas sí pagan cantidades pírricas para que otros se los recojan, reciclarlos y reutilizarlos para abaratar el costo de sus producciones, aunque a ti te las vendan al mismo precio.

Además, los países de ingreso alto generan más del 34% de los desechos, pese a que en ellos solo vive el 16% de la población del planeta. EE.UU. produce 12% de los desechos mundiales (239 millones de toneladas), aunque tiene solo 4% de la población global.

En comparación, China o India, que juntos constituyen alrededor de un tercio de la población mundial, generan 27% de los residuos globales. Estas cifras revelan que los estadounidenses producen en promedio tres veces más desechos que una persona que vive en China y siete veces más que un residente en Etiopía.

Sin embargo, no es cualquier ciudadano tampoco, pues es obvio que los ricos consumen y producen más basura que los pobres. No obstante, el manejo estadístico (incluyendo el de este reportaje) va en partes iguales: hay tanta basura, tantos millones de personas, cada uno bota tantos kg al año. Falso.

Con la basura ocurre lo mismo que con el cambio climático. Pareciera que es igual de grave moverse en carro que ser dueño de una transnacional experta en contaminar. De hecho, se señala más al primero que al último.

Hoy muchas campañas nos piden ir en bicicleta, reutilizar el pote, comprar una bolsa de tela, nos venden que somos el problema y podemos resolverlo con iniciativas individuales, cuando en realidad no es así. Se requiere apretar las tuercas de los poderosos del mundo.

De lo contrario, para el año 2050 la cantidad de desechos a nivel mundial aumentará en un 70% y si se considera que anualmente se producen alrededor de 11.200 millones de toneladas solo de residuos sólidos el panorama no es alentador.

lunes, 20 de junio de 2022

Richard Louv: "Cada vez más pediatras recetan salir a la naturaleza"


Por: ÁNGEL DÍAZ

El divulgador se hizo célebre por el término 'trastorno por déficit de la naturaleza' y por usar paseos por el bosque para mejorar la salud mental de los niños. "Cuanto más tecnológicas son nuestras vidas, más naturaleza necesitamos", dice

Aunque su trabajo sean las palabras, no es habitual que un periodista acuñe por sí mismo un nuevo concepto, y menos aún que su uso se extienda por todo el globo. Pero eso es lo que logró Richard Louv con su séptimo libro, Los últimos niños en el bosque (Capitán Swing), publicado originalmente en 2005. Desde entonces, ha escrito otros tres volúmenes dedicados a desarrollar lo que él mismo bautizó como trastorno por déficit de naturaleza.

La idea es que vivir desconectados del mundo natural acarrea numerosos problemas físicos y mentales, mientras cada vez más niños crecen en entornos donde apenas tienen contacto con otras especies. Aunque es un excelente comunicador, Louv tiene claro que las historias, por muy emotivas que sean y muy bien contadas que estén, necesitan también un gancho del que colgarse. Él lo encontró en el déficit de naturaleza. No es un trastorno oficialmente reconocido, pero sí ha inspirado una conversación que necesitábamos tener.

Entonces, ¿existe de verdad el trastorno? Depende de quién defina la palabra trastorno. Esa palabra no es sólo un término médico, responde Louv desde San Diego (California). Y cuenta cómo surgió la idea, a partir de la relación que mostraban algunos estudios entre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y la falta de vida exterior: Con sólo un poco de contacto con la naturaleza, sólo un paseo bajo los árboles en un parque urbano, los niños reducen sus síntomas observables de déficit de atención. Originalmente, esa expresión se usaba para el trastorno por déficit de atención, y yo la usé un poco irónicamente.

Fue su editor quien le convenció para ponerlo en portada, una decisión de la que aún se alegra: Necesitaba un gancho para atrapar a la gente a esta conversación. Creo que es justo decir que antes de que el trastorno por déficit de naturaleza entrara en el lenguaje -de hecho, ha entrado en varios lenguajes- teníamos dificultades para hablar de lo que notábamos que estaba pasando.

Louv recuerda que hace 18 años «los padres sabían que estaba pasando, los profesores sabían que estaba pasando y hasta los niños que entrevisté sabían que estaba pasando, pero no tenían un término para hablar de ello. Si somos capaces de centrarnos en esta expresión un poco cursi, entonces podremos tener esa conversación. Sabía que habría críticas a esa expresión cuando la usé, pero lo hice a propósito». Buscaba, indica, encontrar una forma de que pudiéramos hablar de ello. ¡Y ha ocurrido!, celebra.

Children & Nature Network, la compañía sin ánimo de lucro que surgió a raíz de Los últimos niños en el bosque, recoge en la actualidad más de 1.000 resúmenes de más de 1.000 estudios, la mayoría de ellos sobre los beneficios de la naturaleza. Y la mayoría apunta en la misma dirección: que la naturaleza es fundamental para la salud de los niños y los adultos; para el funcionamiento cognitivo, para la salud psicológica, para la salud física..., repasa.

En 2010 di la charla principal en la conferencia nacional de la Academia Americana de Pediatría. Había varios miles pediatras y enfermeras pediátricas y otros en la audiencia. Al principio me sorprendió que me pidieran dar la charla principal. O sea, ¿trastorno por déficit de naturaleza? ¿En serio? Pero la respuesta fue increíble, rememora. No sé en España, pero en EEUU y Canadá, los médicos, particularmente pediatras, han empezado a recetar naturaleza; literalmente, escriben recetas para salir fuera, a la naturaleza.

Una receta que él mismo ayudó a aplicar a jóvenes de una pandilla de Nueva York, tipos duros, que invitó a una excursión al bosque. Parecían nerviosos, asustados. Y pregunté a su líder, al tipo más duro de la pandilla: '¿Qué pasa? ¿Por qué estáis tan nerviosos?' Y me dijo: 'Hay muchos ruidos aquí'. '¿A qué te refieres con que hay mucho ruido? En vuestro barrio hay armas de fuego'. Y respondió: 'Sí, ya lo sé. Pero hay como cinco ruidos en mi barrio, y sé lo que significan todos. Aquí parece que hay cientos, y no sé lo que significan'. Así que, al principio, les asustaba.

Pero, al final del día -continúa Louv- eran como niños de ocho años, saltando en un riachuelo. Algo les ocurrió, algo revivió en ellos. Y veo esas cosas constantemente. Los científicos que estudian los sentidos humanos ya no hablan de cinco sentidos, hablan, por lo menos, de nueve o 10 sentidos, y algunos científicos dicen que hay hasta 30 sentidos, y estamos ahora empezando a explorar cuáles son esos sentidos y hasta qué punto somos más conscientes del mundo de lo que creemos".
IMPACTO TECNOLÓGICO

Louv insiste en que no es anti-tecnología. De hecho, admite, la usa constantemente. Pero avisa: Cuanto más tecnológicas se vuelven nuestras vidas, más naturaleza necesitamos, como un antídoto. No creo que las escuelas deban quitar los ordenadores, creo que deberían llevar fuera más a menudo a los niños, para que aprendan sobre la vida real, en vez de la vida virtual.

La reducción de los sentidos -otro poderoso concepto- deriva de que el mundo tecnológico se centra en sólo dos sentidos, mientras que aparta al resto de esos 30 sentidos, comenta. Nuestra sensibilidad hacia el mundo se está reduciendo. Luego nos preguntamos por qué no actuamos sobre el cambio climático tan rápido como deberíamos. Es porque no conocemos la naturaleza. No nos importa la naturaleza, no amamos la naturaleza. Y nadie protege nada que no le guste.

La reducción de los sentidos, sostiene Louv, tiene mucho que ver con la reducción cognitiva y la habilidad para aprender y para crear. Muchos estudios muestran un incremento en la función cognitiva y en la habilidad para crear cuando los niños aprenden fuera. La mayoría aprende mejor en un entorno natural. No sólo los niños, también los adultos. Cuando diseñas un lugar de trabajo o una escuela, si entrelazas experiencias naturales en el diseño, desde el principio, y las mantienes, los trabajadores son más productivos: las bajas por enfermedad descienden, las entregas mejoran y crece la creatividad, concluye.

Richard Louv participará los próximos 16 y 17 de junio en el II Congreso Energía y Felicidad de la revista TELVA junto a algunos de los mayores expertos nacionales e internacionales en psicología, medicina, educación o medio ambiente como Laurie Santos, profesora de la Universidad de Yale; Arianna Huffington, fundadora de 'Thrive' y 'The Huffington Post'; Silvia Congost, psicóloga y escritora; Rosa Molina, psiquiatra y neurocientífica; Alejandra Vallejo-Nágera, profesora de Psicología Médica en la Universidad Autónoma de Madrid, y Pablo d'Ors, sacerdote y escritor.

El evento se celebrará en dos jornadas bajo el lema Tiempos de regeneración y contará con ponencias, mesas redondas, encuentros y talleres donde se analizarán las herramientas necesarias para gestionar la energía y experimentar un crecimiento personal positivo.

Tenemos un problema con el reciclaje de plástico. Un súper gusano que lo devora nos puede ayudar a solucionarlo


Por: CARLOS PREGO   @CarlosPrego1

La respuesta a cómo mejorar el reciclaje de plástico podría estar bajo nuestras narices. Mejor dicho, bajo nuestros pies. Un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, acaba de comprobar la sorprendente capacidad de los “super gusanos” Zophobas morio común —un tipo de larva común en la alimentación de mascotas— para devorar poliestireno, un polímero que se utiliza con frecuencia en embalajes y supone uno de los grandes quebraderos de cabeza del reciclado.

Ahora, buscan la forma de aprender al máximo de estas larvas carnosas.

¿Qué dice exactamente la investigación? Que gracias a una enzima bacteria situada en su intestino, los Zophobas morio son capaces de comer y digerir poliestireno, un tipo de plástico que usamos con frecuencia cada vez que queremos embalar un paquete, en las cajas de los CD o en los cubiertos desechables y que no resulta fácil reciclar. Deshacernos de él es tan complicado que con frecuencia sus restos acaban en los vertederos o aumentando los microplásticos de los océanos.

Diferentes menús. Para llegar a esa conclusión, el doctor Chris Rinke y su equipo de la UQ criaron durante tres semanas un grupo de "súper gusanos" con tres dietas distintas. Uno recibió un menú a base de salvado, por ejemplo. Otro poliestireno. "Descubrimos que los 'súper gusanos' alimentados con una dieta de solo poliestireno no solo sobrevivieron, sino que incluso aumentaron de peso de forma marginal", comenta Rinke: "Esto sugiere que pueden obtener energía del poliestierno".

El secreto está dentro de su organismo.Efectivamente, como reconoce el doctor, la clave está probablemente en los microbios intestinales de las larvas. "Los 'súper gusanos' son como miniplantas de reciclaje", bromea Rinke, quien explica que los Zophobas moria usan sus mandíbulas para triturar el plástico y luego el material, ya deglutido, pasa por las bacterias de sus intestinos.

"Los productos de descomposición de esta reacción pueden ser utilizados por otros microbios para crear compuestos de alto valor, como los bioplastos", abunda el experto de la UQ.

El objetivo: aprovecharse del proceso... sin los gusanos. Si bien durante el experimento los investigadores comprobaron que los "súper gusanos" alimentados con plástico sobrevivían, ganaban volumen y llegaban a completar su transformación en escarabajos, el poliestireno no parece la mejor opción para alimentar a estas criaturas. Como señala AFP, las pruebas revelaron una pérdida en la diversidad microbiana de los intestinos. En otras palabras: quizás los "súper gusanos" puedan sobrevivir a base de poliestireno, pero desde luego no es su dieta más nutritiva y sana.

Habría formas de evitar ese hándicap, como completar su menú de plásticos con otros alimentos, como desechos o productos agrícolas; pero el objetivo real del equipo es otro: comprender e imitar el proceso que permite a los "súper gusanos" triturar y digerir el poliestireno para trasladarlo después a plantas de reciclaje. "En última instancia, queremos eliminar a los 'súper gusanos' de la ecuación", admite Rinke a la agencia AFP. El reto pasa ahora por encontrar las mejores enzimas e incluso reforzarlas . Al final de la cadena podrían obtenerse, por ejemplo, bioplásticos.


Un camino que ya se esbozó antes. El de la Universidad de Queensland no es el primer equipo que experimenta con las posibilidades de la degradación de plástico con larvas. Hace ya cinco años un grupo de investigadores comprobó ya la capacidad la capacidad las larva de Galleria mellonella para un fin similar. Se ha señalado por ejemplo a los gusanos de la cera y los de la harina. La lógica que ahora han seguido en Australia es clara: si funciona en esos caso, por qué no probar con "súper gusanos" de mayor tamaño y, quizás, mayor capacidad también para eliminar plástico.

El reto: mejorar el reciclado de plásticos. Reciclar plástico no resulta sencillo, ni barato, y si queremos mejorar el proceso debemos afrontar retos de calado. De entrada el proceso de recogida es genérico y no diferencia entre los diferentes tipos de material. La diversidad de métricas tampoco ayudan a arrojar luz y conocer cuál es el nivel que se alcanza en España. EUROSTAT calcula que en 2019 se reciclaba el 69,6% de los envases, porcentaje que la OCU reduce a apenas el 30% y Ecoembes eleva al 87%. En EEUU, sin datos oficiales, los de 2014 apuntan un parco 9,5%.

Sobre la mesa hay otras alternativas, como el reciclado químico o incluso la incineración, pero presentan también retos importantes, como la generación de gases de efecto invernadero y contaminantes. La degradación con ayuda de las larvas suma una opción interesante.

Tomado de: https://www.xataka.com/investigacion/tenemos-problema-reciclaje-plastico-super-gusano-que-devora-nos-puede-ayudar-a-solucionarlo

Este problema afecta a todas las empresas, pocas lo quieren ver y a los argentinos les importa cada vez máses: el costo de no ser verde


Por: GEORGINA LACUBE

Crece la cantidad de pymes que ponen eje en el cuidado del medio ambiente. Sea por conciencia social, por oportunidad de negocio, por tendencia del mercado, por no perder consumidores o por imposición de las regulaciones, todos los espicalistas coinciden de que no hay espacio para desatender el tema

La pospandemia puso en primer plano la necesidad de tomar conciencia y preservar el medio ambiente y las pymes han hecho su replanteo. Ante consumidores que exigen transparencia, acción y compromiso genuino, el rol de las empresas se vuelve crucial para materializar el cambio.

"Según una investigación que realizamos en Trendsity, el 76% de las personas considera que las empresas son las primeras que deberían cambiar su forma de hacer negocios en pos del medio ambiente. En este marco, su capacidad para marcar tendencia e inspirar cambios en la sociedad, de influenciar positivamente en nuestros vínculos como sociedad y con el entorno construyendo comunidad, requiere de compañías comprometidas, con conciencia de su responsabilidad como actores sociales y agentes de cambio", reflexiona Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity y presidenta de Saimo.

En este sentido, el sector privado ha logrado hacer avances pero aún tiene desafíos significativos por delante. Existen organizaciones donde está totalmente internalizada la generación de impacto positivo en el modelo de negocio, pero hay muchas otras donde aún se conciben las estrategias ambientales como algo adicional e inconexo con la propuesta de valor y, en consecuencia, sus actividades implican un deterioro del planeta.


SER VERDE O NO SER

"Estoy convencido de que no lo harán y hay dos motivos que lo respaldan. Tenemos un solo mundo y estamos a una velocidad que necesitaríamos contar con dos de ellos y sus recursos. Y el segundo motivo tiene que ver con que los consumidores estamos aumentando nuestra exigencia en la calidad e integridad ecosistémica de lo que queremos. Hay una enorme tendencia a la aparición de empresas pymes que son 'nativas sustentables', donde el corazón de su negocio es la sustentabilidad, y eso es una gran diferencia para las que aún no se transformaron", sentencia Gustavo Rodríguez, director de la carrera de Ingeniería industrial del ITBA.

Otra mirada es la que tienen Leonardo Valente, director de ASEA. "Es posible que en el corto y mediano plazo sí persistan, pero a medida que las sociedades evolucionan empiezan a ser más críticas y demandantes de acciones responsables, y lo traducen en sus decisiones de consumo y también en la manera en la que se expresan en sus redes, influenciando al resto de las personas, por lo que no debería haber organización que no tenga en cuenta una contabilidad no solo ambiental sino de triple impacto al plantear su sostenibilidad".

Lo cierto es que el tiempo de actuar es ahora. "Estamos ante una oportunidad histórica para las marcas como agentes de cambio y guía para la sociedad que espera mayor involucramiento por parte de las organizaciones. Se demanda más compromiso y articulación del sector público y el privado, y también ayuda para canalizar los esfuerzos, para facilitar el cambio de hábitos. De acuerdo a la investigación mencionada, el 58% no sabe dónde o cómo colaborar con el cambio y que esperan espacios, información y formación al respecto. En este sentido, las compañías que no acompañen e impulsen iniciativas responsables con el medio ambiente perderán la lealtad de sus consumidores independientemente del tamaño de la empresa o de a qué industria pertenecen", dice Mociulsky.

En este camino, la integración de aspectos ambientales (y sociales) a sus modelos de negocio es clave. "No existe una receta establecida para incluir de manera efectiva el eje ambiental, sino que cada organización tiene la oportunidad de sumarlo hoy al centro de su propuesta de valor en pos de contar con un diferencial tanto en el presente como de cara al futuro", amplía Federico Gomez Guisoli, director ejecutivo en Kolibri.



"Desde el punto de vista de los consumidores, las empresas son productoras de bienes y servicios que extraen del medio ambiente distintos recursos renovables y no renovables. Si bien no son las únicas responsables del estado del medioambiente, sí son una parte involucrada y como tendencia, se mide cada vez más la huella de carbono o impacto de la producción y comercialización de los productos o servicios en el ambiente. Las pymes deberán y deben, como toda empresa, involucrarse en estas temáticas porque son una preocupación creciente de los consumidores y si quieren seguir siendo relevantes para ellos, deben contemplar sus preocupaciones o corren el riesgo de afectar sus ventas o su reputación", sentencia Ximena Díaz Alarco n, cofundadora y directora de Contenidos de la consultora regional especializada en investigación y tendencias Youniversal.


El cambio también involucra otros aspectos. "Me gustaría pensar que el "deber moral" de las empresas sea suficiente para revertir su impacto pero ya vemos que no alcanza, se necesita de políticas públicas y condiciones contextuales que ayuden en esa materia. Porque es el Estado quien, además, accede a mayor información, la cual muchas veces es inalcanzable para empresarios o emprendedores. Por ejemplo, desde los años setentas la comunidad científica viene anunciando que los recursos se vienen consumiendo más rápido de lo que pueden regenerarse. Con las alarmas prendidas desde esa época,

¿Cómo es que llegamos al 2022 con tan escasas e insuficientes acciones? Quiero pensar que todo fue la construcción de un sistema económico que hoy vemos que es insostenible", reflexiona Fedra Mauricci, creadora de Back in Fashion, especialista en Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en la industria de la Moda y Textil. Asimismo, la especialista sentencia que sin cuestión ambiental no sólo las pymes, sino tampoco la humanidad sobrevivirá.

"Las empresas y los emprendedores son quienes deben sumar esfuerzos colaborativos para encontrar soluciones innovadoras a los desafíos ambientales actuales, a partir del fortalecimiento de un nuevo paradigma que pone el foco en el bien común. Junto a los Gobiernos, deben hallar nuevas opciones para alcanzar patrones de producción y consumo sustentable, tomando como hoja de ruta a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El camino es ese, pero sólo se puede dar en una economía sana", dice a propósito la especialista en ODS.

La sostenibilidad no es un producto, es un modelo de negocio, son los valores de la empresa y cada una de sus decisiones. Por eso, en cuanto al papel que deben jugar en la puesta en práctica de soluciones eficaces ante la crisis medioambiental, Maurici aporta ideas: "Una manera de empezar es clasificando todos los desperdicios que se generan, tomar contacto de ellos, o evaluar con las facturas de los servicios en mano (Luz, Agua y Gas) si se hace un uso eficiente de los recursos, sólo para empezar a pensar en pequeñas acciones. La educación es fundamental, así como conocer nuevos modelos de negocios y economías de impacto, como la economía azul, verde, feminista, del bien común o circular para alinear los objetivos de la empresa a los mismos".

Ahora bien, muchas veces las empresas suelen ser verdes de boca para afuera (greenwashing). "Las que recaigan en eso estarán perdiendo el tiempo ya que no están haciendo las transformaciones para que su negocio sea perdurable a futuro. Están dejando pasar la oportunidad de poner toda su creatividad, innovación, energía e inteligencia para convertirse en una empresa perdurable. Los profesionales que estamos formando en las universidades, particularmente los ingenieros industriales, cada vez tienen más instalado en el centro de su propósito la conciencia ambiental y la obligación de ser gestores del cambio", advierte Rodríguez
.

jueves, 16 de junio de 2022

Heinz comenzará a poner su ketchup en Botellas de Papel


Heinz se está asociando con la empresa de envasado sostenible Pulpex para hacer que sus botellas de ketchup de plástico actuales sean ecológicas. Lo hará utilizando 'pulpa de madera 100% de origen sostenible' para fabricar botellas a base de papel.
Kraft tiene como objetivo hacer que todos sus envases sean reciclables, reutilizables o compostables para 2025. La compañía está presionando para que las emisiones netas de gases de efecto invernadero sean cero para 2050.

Pero no esperes ver las botellas de ketchup de papel en el corto plazo. Heinz se encuentra actualmente en la etapa de prototipo y dice que tiene que probar el rendimiento de las botellas. Una vez hecho esto, la empresa realizará pruebas de consumo.

Pero realmente, todo esto plantea la pregunta: ¿Será finalmente más fácil sacar el condimento de la botella?

Los neumáticos abandonados que amenazan los océanos

Los neumáticos son uno de los contaminantes plásticos más frecuentes en el planeta y una de las fuentes de contaminación más importantes de los océanos y ríos. Mal gestionados o abandonados en un vertedero pueden tardar 1 000 años en desaparecer


Los neumáticos son uno de los contaminantes plásticos más frecuentes en el planeta y una de las fuentes de contaminación más importantes de los océanos y ríos. Mal gestionados o abandonados en un vertedero pueden tardar 1 000 años en desaparecer.

El abandono de los neumáticos fuera de uso (NFU) en el medio natural terrestre, costero o marino, unido a la propia abrasión de los neumáticos procedente de la conducción de los vehículos, generan desprendimientos de pequeñas partículas o polímeros de plástico. Estos son arrastrados por el aire y el agua y contribuyen a la microbasura que se deposita en los ríos y mares, con los consiguientes impactos negativos sobre el medio marino y sobre la salud humana.

Cada año en Europa alrededor de 300 millones de neumáticos quedan fuera de uso. Además, se generan en las carreteras europeas alrededor de 1,3 millones de toneladas de partículas por el desgaste de los neumáticos en uso. Aproximadamente la mitad de esta cantidad es caucho natural y sintético, lo que lo convierte en una fuente potencial de liberación de material polimérico sintético al medio ambiente.

Una fuente de microplásticos

Se estima que la contribución relativa del desgaste de los neumáticos a la cantidad total de plásticos que acaban en los océanos estaría entre 5 y el 10 %.

Considerando que las partículas pueden viajar al menos 50 metros desde la carretera, la contaminación derivada de los neumáticos podría estar afectando aproximadamente a 100 millones de m² de ríos y 58 millones de m² de aguas estuarinas o costeras de Reino Unido.

Aunque el 60 % de los neumáticos se componga de caucho, también contienen fibras textiles de nailon o acero mezcladas de manera indisoluble con la goma y aditivos tóxicos como el azufre y el carbón negro.

Las especies marinas y sus hábitats se ven gravemente perjudicados debido al desprendimiento continuo de dichos tóxicos. Destruyen la vida marina e impiden actividades humanas vitales como la pesca, y otras deportivas y de esparcimiento como el buceo.

Sin embargo, a pesar de las dimensiones del problema, hay pocas iniciativas públicas o privadas que se encarguen de la retirada de estos residuos. Además, una vez retirados, surge el problema de qué hacer con ellos, cómo reciclarlos o reutilizarlos, es decir, cómo reintegrarlos en el sistema para reducir su impacto medioambiental y darles una segunda vida útil.

El proyecto NeumaticOut

Pese a las mejoras de la normativa sobre la gestión de neumáticos fuera de uso (Real Decreto 731/2020, de 4 de agosto, por el que se modifica el Real Decreto 1619/2005 y Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular) y al esfuerzo de recogida, reutilización y valorización de residuos por parte de los dos sistemas integrados de gestión en España, SIGNUS y TNU, existen neumáticos que no se reciclan ni valorizan y terminan en vertederos o abandonados en las zonas costeras.

La Universidad de Alcalá se propone, a través del proyecto NeumaticOut, analizar en profundidad la problemática del abandono de neumáticos fuera de uso en el litoral español. En concreto, en espacios de la Red Natura 2000, y contribuir a la reducción y a la valorización de residuos a través de la colaboración con agentes del sector.

El proyecto se alinea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 de la Agenda 2030: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, mares y recursos marinos, y con el ODS 12: Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Además, cuenta con la colaboración de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través del Programa Pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca.

Pese a que existen diferentes iniciativas para paliar la acumulación de NFU en el litoral español (Ecoembes, SIGNUS, TNU o EcoPuertos), hace falta mayor investigación sobre esta problemática para profundizar en su alcance y consecuencias, así como para llevar a cabo acciones preventivas y paliativas.

El pasado mes de abril, con la colaboración de asociaciones con experiencia en recogida de neumáticos, de agentes del sector pesquero y de voluntarios universitarios, se realizó la primera actividad de extracción y clasificación de basura marina (subacuática) del proyecto.

Se recogieron 750 kilógramos de neumáticos sumergidos (50 neumáticos) en las cercanías del faro de San Sebastián de la Gomera, un entorno marino cercano a un antiguo vertedero clausurado. También se procedió a la recogida y clasificación de basura en la playa de La Guancha, zona protegida localizada en el fondo de un barranco, a relativamente poca distancia de un vertedero. La segunda acción de recogida de residuos se realizará en Ceuta del 24 al 26 de junio.

NFU, economía circular y reducción de residuos

En Europa, en 2019, aproximadamente el 95 % de los neumáticos fuera de uso fueron recogidos y tratados para el reciclaje y la recuperación de energía, según señala la Asociación Europea de Fabricantes de Neumáticos y Caucho.

En España, en 2020, los dos sistemas colectivos de responsabilidad SIGNUS y TNU realizaron cerca de 132 000 operaciones de recogida en los puntos de generación, equivalentes a algo más de 252 000 toneladas entre ambos sistemas.

Existen ejemplos en países diferentes de la UE sobre cómo se tratan y eliminan los neumáticos usados. Por ejemplo, el proceso de triturado de los NFU da como resultado un material adecuado para la fabricación de suelos para parques infantiles, pistas deportivas, carreteras, rellenos de campos de fútbol de césped artificial y otros usos en la construcción y en la ingeniería civil.

No obstante, algunos de estos usos no están exentos de polémica (sobre todo los que pueden estar en contacto más cercano a la población, incluso población infantil). Por eso se están impulsando proyectos para conocer mejor la cantidad de micropartículas desprendidas de estos nuevos usos.

Por otra parte, los fabricantes están desarrollando nuevos prototipos de neumáticos más sostenibles y duraderos.

También se plantean formas indirectas de reducir su impacto como la creación de superficies de carreteras menos abrasivas o más porosas y con mayor capacidad de absorción de partículas derivadas de su desgaste.

Otra estrategia consiste en apostar por la reducción de la generación de más residuos a través de un control frecuente de la alineación y de la presión de los neumáticos y una conducción preventiva para alargar su vida útil.

El cambio más radical vendría de la mano de la reducción del uso del automóvil y la apuesta por los vehículos compartidos y la economía colaborativa. Esta va en consonancia con los nuevos modelos de producción y consumo sobre la base de las 9 R de la economía circular, un verdadero desafío para las Administraciones, las empresas y los consumidores.

La solución no es recoger el plástico del mar, es que no llegue

La polución por plásticos en los océanos se ha convertido en un problema mundial. Se estima que 14,5 millones de toneladas de plástico son vertidas al mar cada año


La polución por plásticos en los océanos se ha convertido en un problema mundial. Se estima que 14,5 millones de toneladas de plástico son vertidas al mar cada año.

A lo largo de los últimos años, han surgido numerosas plataformas con el fin de reducir el impacto de los plásticos en la naturaleza. Pero ¿podemos considerar esto una solución válida al problema que genera el vertido incontrolado de estos residuos?

El plástico y su interacción con el ecosistema

La vida de los plásticos no acaba una vez llegan al mar. La presencia de algunos elementos plásticos, como útiles de pesca en el caso de la pesca fantasma, pueden tener un efecto negativo en la supervivencia de los ecosistemas marinos.

Pero los plásticos presentes en el medio marino también pueden ser usados por numerosos organismos que necesitan vivir fijados a una superficie. Pueden ser el hogar de bacterias, pólipos, moluscos y otros seres vivos que de otra forma no podrían haber colonizado ese espacio, reforestando un medio que podría estar asolado anteriormente.

Como ocurre con los arrecifes artificiales, la presencia de estos nuevos sustratos puede fomentar la creación de ecosistemas que a la larga se harán más complejos, incrementando la biodiversidad de la zona. Por eso en ocasiones su retirada del medio una vez ha pasado el tiempo y se ha creado un ecosistema alrededor del residuo puede generar mayor destrucción que dejar que éste permanezca.

A esta posible destrucción del medio hay que añadir otros factores que dificultan la recogida de los residuos plásticos, en especial a largo plazo.

Un material que pierden su integridad

Por un lado, el continuo estrés físico y químico que sufre el plástico en el mar provoca la fragmentación de macroplásticos en micro y nanoplásticos, con un diámetro menor a 5 mm.

Los microplásticos, a pesar de su pequeño tamaño, causan numerosos efectos negativos en el medio marino. Su talla tan reducida hace casi imposible su detección y recuperación. Además, su composición es tan variada que su reutilización es casi imposible.

Los plásticos de mayor tamaño son más fáciles de detectar, pero no por eso estamos ante una tarea sencilla. Su flotabilidad y bajo peso les permiten recorrer largas distancias antes de llegar a nuevas costas. Además, se pueden dar grandes zonas de acumulación, como ocurre en la gran isla de basura del Pacífico.

Por otra parte, la heterogeneidad y pérdida de calidad que presentan estos residuos reduce la posibilidad de que sean devueltos a la vida útil, suponiendo que podamos recuperarlos.

Las condiciones del medio, la climatología y la actividad biológica de microorganismos marinos alteran la integridad y la composición química de los plásticos. Esta modificación resulta en una disminución de la calidad del plástico como materia prima y, por tanto, en una pérdida de interés por parte del comprador de plástico.

Un negocio poco rentable

La falta de rentabilidad económica en la reutilización de plástico marino reciclado es uno de los principales problemas a los que se enfrenta ahora mismo la industria. El problema es que su bajo valor económico desemboca en que no se desarrollen las actividades necesarias para extraerlo.

A la baja calidad del material se le suman los altos costes asociados a la recogida y limpieza del residuo plástico. El plástico proveniente del mar deberá ser “capturado” y llevado a tierra. Asimismo, es necesario limpiar los restos biológicos u otros contaminantes que se hayan adherido a su superficie.

En la actualidad se está tratando de concienciar e incentivar a pescadores para que dediquen parte de su actividad a recoger plásticos y especialmente a no devolver al mar aquel plástico recogido durante la extracción de peces. Sin embargo, el escaso beneficio que les reporta dificulta la incorporación de esta actividad económica en el sector.

Todos estos factores encarecen un producto de calidad inferior a la del plástico nuevo, ya de por sí más barato, y a la del residuo que ya está en el ciclo de reciclaje desde su desecho. Esto es determinante para las empresas a la hora de elegir la materia prima para sus productos. En consecuencia, se continúa produciendo plástico en lugar de reciclar o reusar aquel recuperado del mar.

Hoy en día, existen empresas que ofrecen productos hechos con plástico reciclado o recuperado. Sin embargo, si miramos atentamente la materia prima, es probable que esta no provenga del mar, sino que haya sido recuperada antes de ser desechada. La compra del residuo se hará directamente al generador de este, eliminando los costes asociados a su recuperación y tratamiento.

Cambios necesarios en el modelo actual

Es necesario desarrollar y fomentar la valorización del plástico usado como un producto de uso y no como un desecho. Esta sería la mejor forma para evitar que acabe en el mar, ya que la industria lo captaría antes de ser desechado.

Si bien en la actualidad existen iniciativas a nivel europeo y global que promueven el uso de plástico reciclado en la industria, es necesario consolidar la implantación de prácticas de economía circular. Las empresas productoras tienen que incorporar esta dinámica de reutilización en sus procesos productivos. El consumidor debe exigir productos sensibles con el medio ambiente y estar dispuesto a pagar un poco más por ellos.

Para ello, son necesarios avances tecnológicos que ayuden a aprovechar más los residuos ya generados, mejorando los procesos de producción y reciclaje. No obstante, las soluciones van más allá de la innovación tecnológica. Se necesitan cambios en la legislación que fomenten el reciclaje y la reutilización, prohibiendo acciones como la exportación de basura fuera de la Unión Europea. Y más allá de la política, es necesario promover prácticas sociales que ayuden a la reutilización del plástico acordes con los principios de la economía circular.

Como se puede deducir después de este análisis, una vez llega el plástico al mar, el problema se vuelve cada vez más complejo. Cuanto más tiempo pasa un residuo en el océano, más probable es que nunca llegue a salir de este. Sin embargo, evitar que los plásticos lleguen requiere atajar el problema desde distintos ángulos, buscando innovaciones tecnológicas, políticas y sociales.

miércoles, 8 de junio de 2022

La Red Internacional de Promotores ODS capítulo Venezuela, les invitamos al Foro Chat: "El plástico no conoce fronteras" en el marco del Día Mundial de los Océanos #ods14 Vida Submarina.


Panelistas:

Lcda. Wilmary Avariano, Coordinadora de Acción y Campañas de Ripo Venezuela 🇻🇪

Abg. Ada Charles, promotora ODS Ripo Venezuela 🇻🇪

Lcda. Mariflor Romero, Politóloga y Activista Ambiental 🇻🇪

Msc. Pamela Tapia, Directora del Voluntariado y participación ciudadana en Kalambio. País México 🇲🇽

Msc. Gustavo Veitía, Geógrafo. Gestión Recursos Naturales, mención minería. País Venezuela 🇻🇪

Lcda. Gisela Aguirre, Activista, Coordinadora de Comunicaciones de la Ripo Internacional. País Argentina 🇦🇷


Inscripción en la bio:

https://docs.google.com/forms/d/1876FcPQL53_l6VtX9YMz8PMdEBR88P7iIBJ5SXrIlnY/edit

https://chat.whatsapp.com/JezGg4JG0Ie7blh4jB0roZ

Día: miércoles 8 de junio.

Hora: 18 horas México

19 horas Venezuela

20 horas Argentina


#promotoresodsvenezuela
#promotoresodsvzla
#oceanos 
#vidasubmarina
#plastic

Venezuela recicla solo 5% de las 28.000 toneladas de basura que genera a diario

 

Por: María de los Ángeles Graterol

Caracas produce entre 400.000 o 500.000 toneladas de basura. El 95% de ella se va al vertedero La Bonanza todos los días. Si se reciclara en un 80%, esos residuos pudieran convertirse en materia prima que produzca un circuito económico importante

En Venezuela, diariamente se produce alrededor de un kilo de desechos por persona, lo que se traduce en al menos 28.000 toneladas al día, eso si tomamos en cuenta que la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) reseñó que para septiembre de 2021 la población nacional alcanzó los 28.7 millones de personas. Según cálculos de TalCual serían al año, por lo menos, 10 mil millones de kilos de basura, suficientes para llenar 830 camiones del aseo.

Aunque en años pasados de esos residuos se reciclaba entre el 10 y 15%, Joaquín Benítez, director de Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), estimó que actualmente esa fracción quedó reducida a un 7% o 5 %.

Una de las razones de la caída del reciclaje es el decreto presidencial publicado en Gaceta Oficial en febrero de 2021, en donde se estableció que el papel, cartón, plástico y otros insumos son «de carácter estratégico y vital para el desarrollo sostenido de la industria nacional». Ello derivó en atropellos y abusos por parte de las autoridades en perjuicio de recicladores y microempresarios de esa área, a quienes les pedían un pago de 100 dólares para recibir un permiso para transportar todo ese material de una entidad a otra, hacia los centros de reciclaje.

Si tenías un camión lleno de papel te podían parar. Por eso, una política nacional de reciclaje debe basarse en dos cosas: la liberación del comercio y las transacciones dentro del sector, de manera que pueda hacerse el reciclaje sin restricciones como las que salieron de las resoluciones municipales, que desestimularon a la gente; y la promulgación de instrumentos legales que puedan incentivarlo a través de la vía normativa y fiscal, comentó el profesor.

Todo ello, explicó Benítez, pudiera incentivar el reciclaje y estimularía la economía

circular, que se basa en la reutilización y reparación de un producto, cuyo valor se determina, desde el momento de su manufactura, en función de qué tanto contamina el ambiente y cuántas veces puede ser usado en su estado original, que es básicamente lo opuesto al principio del modelo económico lineal actual, que consiste en comprar, usar y botar.

Joaquín Benítez, director de Sustentabilidad de la Universidad Católica Andrés Bello. 
Foto de El Diario

En la Unión Europea el desarrollo de políticas de ciclos económicos circulares, enmarcados en el reciclaje, han aumentado hasta en 0.5% más su producto interno bruto (PIB) y esperan que para 2030 les genere 700.000 puestos de trabajo.

En Venezuela, de acuerdo con Vladimir Valera, magíster en Economía y Sociología Ambiental de la Universidad Simón Bolívar, se crearían 250.000 empleos directos en el sector de manejo de desechos y la actividad de reciclaje podría rentabilizarse verdaderamente, siendo que ahora se está sacando provecho a la chatarra ferrosa —cuya exportación de 45.500 toneladas produjo en 2021 un ingreso neto de 55 millones de dólares al país, según cifras de Import Genius, consultora que recopila registros aduaneros— pero sin abarcar la totalidad de lo que puede llamarse reciclaje en el país.

martes, 7 de junio de 2022

Opciones para Venezuela, Sumando por el Emprendimiento Sostenible, Foro miércoles #8jun, 4:00 pm


Episodio #30

#OpcionesParaVenezuela

"Sumando por el Emprendimiento Sostenible"

Miércoles 08 de Junio

4PM a 5:30PM VE

YouTube Live:
https://youtu.be/Jnsk5Hm1Fvk

Este será un evento Conmemorativo en el que la Asociación Civil Opción Venezuela presentará los resultados del Proyecto Red Educativa por el #EmprendimientoSostenible, cuya ejecución ha sido posible gracias al Fondo de Inversión Social de la Fundación Venezuela Sin Límites (@venezuelasinlimites).

Con la moderación de Félix Ríos Álvarez (@felixxi), compartiremos balance y resultados de nuestro proyecto junto a los #ConstructoresdeOpciones invitados:

- Tatiana Gómez, coreógrafa y bailarina, venezolana en Chile. > https://instagram.com/tatianap_gomez?igshid=YmMyMTA2M2Y=

- Wilbert Moreno, CEO Celeritech, venezolano en EEUU. > https://instagram.com/wilbertmorenoramos?igshid=YmMyMTA2M2Y=

- Juan Carlos Ruiz, Músico y Economista, venezolano en EEUU. > https://instagram.com/vozjuancarlos?igshid=YmMyMTA2M2Y=

- Nela Cantor, Coach de Emprendimiento, venezolana en Venezuela. > https://instagram.com/nelacantor?igshid=YmMyMTA2M2Y=

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