Pasado y presente de una matriz productiva ¿sin escapatoria?
Convertir territorios y poblaciones en zonas de sacrificio o afrontar una crisis irresoluble. Propagar un modelo agrícola intensivo en agrotóxicos o quedarnos sin PBI. No hay otra salida, necesitamos mantener los niveles de productividad y generar divisas. Avalado por estos argumentos, en Argentina el monocultivo sojero se expandió en tiempo récord, transformando los suelos en un laboratorio a cielo abierto. Sus consecuencias son parte de la postal cotidiana de despoblamiento rural, pérdida de la biodiversidad y deterioro sanitario. ¿Cómo fue construida esta encrucijada? ¿Qué mecanismos estatales, conocimientos y discursos la sostienen?
Prefacio
Pensar el campo argentino supone un ejercicio desafiante. Amarrado a su historia. A un conjunto de disputas que involucran desde los orígenes del territorio nacional construido simbólicamente y a fuego como desierto, hasta las actuales problemáticas socioambientales ligadas al llamado modelo sojero. Pensar su presente, sus incidencias en nuestras vidas, resulta igual de amplio y complejo.
Este libro busca reflexionar sobre algunos de los dispositivos, discursivos y materiales, que han dado forma a la actual configuración de la matriz productiva con eje en el agro. La alusión a el campo (y no a los campos) refiere a la necesidad de explorar la construcción hegemónica que se ha desplegado sobre nuestros suelos y habitantes reconstruyendo, cual piezas de un rompecabezas, diversos engranajes que la constituyen. En este sentido, antes que explorar la heterogeneidad – productiva, geográfica, social – de los espacios rurales del país y sus configuraciones, como lo han hecho y lo hacen obras fundamentales de los estudios rurales y la historia agraria, este trabajo persigue un objetivo más modesto. Aportar elementos para comprender cómo han operado mecanismos institucionales, jurídicos, discursivos, cognitivos en la conformación y sostenimiento de la matriz agraria hegemónica.
A partir de algunas vivencias de la población rural y urbana en localidades de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, también analiza cómo estos engranajes se articulan hoy en las experiencias ligadas a sus efectos. Isabelle Stengers (Francia, 1949), filósofa e historiadora de la ciencia, profesora de la Universidad de Bruselas, es tal vez una de las más lúcidas pensadoras contemporáneas que ha avanzado en conjurar la dinámica de la producción de conocimiento. Philippe Pignarre (Francia, 1952), historiador de la industria farmacéutica, mundo que conoció desde dentro por años, profesor de la Universidad París VIII y activista en diversos grupos altermundialistas, juntó su pluma con la de Stengers para dar forma a La brujería capitalista. Prácticas para prevenirla y conjurarla (Stengers y Pignarre 2017). En esta obra luminosa e irreverente desmenuzan diversos elementos que el capitalismo genera y reconstruye en su avance mercantilizador de vidas, ámbitos comunes (materiales, naturales, sociales), experiencias, y saberes.
Con movilizante provocación, señalan que retomar hoy una buena lectura de Marx no puede limitarse a confirmar su diagnóstico sino que depende de lo que podamos hacer con él, de abrir nuevos escenarios de acción. ¿Por qué, entonces, una alusión a dos autores europeos en un libro que aborda algo tan propio de la realidad nacional como el agro? ¿Por qué traerlos para pensar una idiosincrasia que, a lo sumo y aún en forma incompleta, puede ser leída en clave regional, latinoamericana? Stengers y Pignarre (2017) denominan alternativas infernales a las falsas dicotomías que, atravesadas por la urgencia, operan entre la lógica de la resignación y la denuncia impotente. Se trata de situaciones que parecen no dejar escapatoria, en una suerte de encrucijada infernal. En ellas, la lógica imperativa de la aceptación nos compele a resignarnos ante lo inevitable.
Al mismo tiempo, la denuncia que las interpela muchas veces señala que el problema de fondo es el capitalismo (perspectiva ineludible), pero entendiéndolo en tanto maquinaria que todo lo sobredetermina, ocultando así escenarios de acción. En esta formulación de alternativa infernal se evidencia un rasgo fundamental de las relaciones sociales contemporáneas: la obturación de lo político. Junto a ese borramiento emerge la naturalización. Trascender esta configuración implica volver a poner en política lo que hoy se presenta en términos de una alternativa infernal (Stengers y Pignarre 2017).
Conjurar la salida de estos laberintos como una condición necesaria para iluminar los mecanismos mediante los cuales el capitalismo se reinventa a sí mismo, desandar la forma que ha consolidado de concebir e intervenir el mundo. El concepto de alternativa infernal es traído a este libro porque el modelo hegemónico instalado en el agro argentino puede pensarse como un ejemplo casi perfecto de este tipo de encrucijadas que se presentan a sí mismas sin historia, como parte de un destino inevitable.
Propagar un modelo agrícola intensivo en agrotóxicos, o quedarnos sin producto bruto interno (PBI). Convertir territorios y poblaciones en zonas de sacrificio, o afrontar una crisis económica irresoluble. No hay otra salida, necesitamos mantener los niveles de productividad, generar divisas para sostener la economía nacional. Avalado por estos argumentos, el monocultivo sojero se expandió por Argentina en tiempo récord y continúa avanzado junto a otros elementos del mismo modelo agroindustrial. ¿Cómo fue construida esta encrucijada? ¿Qué mecanismos la habilitaron y sostienen?
Este libro analiza la historia así como el funcionamiento de esta alternativa infernal para comprender y desnaturalizar algunos de sus supuestos. Mediante diversos registros, entrevistas a pobladores e investigadores, notas de campo, prensa gráfica y diversas fuentes, el texto va desarmando el entramado que construye a esta configuración del campo argentino como destino inexorable. Un esquema productivo basado en la expansión de la frontera agrícola, el avance del monocultivo y el uso intensivo de insumos químicos, que está asociado a diversas problemáticas socioambientales, económicas, políticas.
Sobran los discursos – científicos, institucionales, empresariales, electorales – que plantean al espacio rural local en esta clave de alternativa infernal. Así, la actual forma de producir (y concebir) el territorio es presentada como algo inexorable, un malnecesario, un horizonte deseable, o bien todas las anteriores. Desde estas páginas retomaremos este concepto como disparador, como punta de lanza para pensar la trayectoria de «el campo» argentino reciente. También para intentar vislumbrar otros mundos posibles en nuestros territorios.
El libro propone un recorrido sobre algunos de los ejes que construyen esta encrucijada para pensar cómo fue instalada como un horizonte y un presente aceptados pese a las múltiples resistencias que abogan por su transformación. Qué condiciones permitieron entender como resignables los efectos sanitarios, socioambientales, que hoy son inocultables, qué mecanismos sostienen a este esquema en pie a pesar de esta visibilidad, en qué medida esta situación dialoga con experiencias del pasado reciente, son algunos de los interrogantes que buscaremos desanudar. La propuesta es reconstruir e indagar algunos elementos de la construcción material y discursiva del espacio rural argentino para pensar algunas de las dinámicas de funcionamiento, transformación, también de legitimación del modelo productivo dominante. Comprender cómo fue gestada la alternativa infernal y mediante qué herramientas es sostenida, para generar fisuras que la trasciendan.
La primera parte indaga una trayectoria histórica, centrada en tres momentos de la segunda mitad del siglo XX. Tres períodos que, por razones distintas, incidieron en forma directa en las formas de producir y habitar. El capítulo 1 se centra en los años sesenta, identificados con la expansión mundial de la llamada Revolución Verde y explora su llegada a Argentina. El segundo hace foco en los años setenta, reconstruyendo las agendas estatales orientadas al agro que estuvieron en tensión en esta década convulsionada, así como las implicancias de la última dictadura para el sector. El capítulo 3 aborda un tercer momento, la neoliberalización agraria iniciada con la aprobación por parte del gobierno argentino de la siembra de soja transgénica en 1996 y su veloz expansión por los territorios nacionales.
Las transformaciones que ha atravesado la matriz productiva argentina desde los años sesenta a la actualidad han sido múltiples. Si acercamos la lupa al sector rural los cambios son igual de diversos, tanto en las formas de producir y sus efectos, como en los sujetos sociales implicados y las relaciones de poder en juego. De la oligarquía ganadera de ayer a grupos como Los Grobo de hoy, que a diferencia de la primera producen en forma intensiva, tecnificada y financiera, en la actualidad encontramos situaciones que eran impensables cuarenta años atrás, como lo es la agricultura de escala familiar que arrienda sus tierras a algún pool de siembra. Entre muchísimos otros cambios, algunos aspectos se han profundizado. La desigualdad en el acceso a la tierra se ha abierto paso en un agro día a día más concentrado y expulsivo. A sabiendas de dejar fuera del universo de análisis muchas otras producciones, por su importancia creciente en las últimas décadas, el eje está puesto en algunos de los principales cultivos de la actividad agrícola.
¿Por qué una primera parte dedicada a la historia para bucear en la configuración del campo argentino? El marco histórico, además de referencia que permite pensar contrapuntos y continuidades, es convocado en tanto experiencia colectiva que puede reunir el conocimiento del pasado con la agencia política del presente. En Conceptos de filosofía de la historia Walter Benjamin dejó sentadas las claves para buscar el norte en la brújula historiográfica, un oficio cuya institucionalización había estado fuertemente condicionada por un acercamiento al pasado más bien coleccionista, sin vocación de transformación.
En la sexta tesis advertía que Articular históricamente el pasado no significa conocerlo “como verdaderamente ha sido”. Significa adueñarse de un recuerdo tal como este relampaguea en un instante de peligro. Culminaba afirmando: Solo tiene derecho a encender en el pasado la chispa de la esperanza aquel historiador traspasado por la idea de que ni siquiera los muertos estarán a salvo si el enemigo vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer (Benjamin 2007, pág. 68). Este libro busca reconocer e historiar desde nuestros instantes de peligro. Surge de la necesidad, como reacción ante un tiempo en el que la depredación de nuestras existencias, en un sentido amplio, está a la orden del día. Antes que generar una reconstrucción erudita y detallada del pasado reciente, se propone transitar algunas pistas articuladas a nuestros cotidianos. En ese sentido, es mucho lo que deja afuera. No aborda las diversas actividades productivas que existen (o subsisten) a lo largo del país.
Tampoco estudia las cadenas de valor de las mercancías agrarias, los cambios de las explotaciones agropecuarias, los volúmenes producidos, el saqueo (prolongado) a los pueblos originarios, ni las transformaciones del llamado mundo chacarero, entre muchas otras variables relevantes. Pone el foco en algunos de los conocimientos, políticas estatales y conflictos que han dado forma a la matriz productiva instalada en el agro argentino. Uno de los hilos conductores en los que hace pie el relato histórico es en el rol de los conocimientos científicos junto a los discursos asociados a los mismos. Saberes que, en diferentes momentos, han jugado un rol fundamental en las formas de concebir y moldear a los espacios rurales. Si la primera parte del libro mira el pasado reciente, la segunda Territorios sacrificados. Postales de pueblos fumigados, propone un recorrido por experiencias vigentes que se encuentran en el ojo de la tormenta transgénica. La atención vira hacia algunas de las comunidades afectadas, en lucha contra el esquema del agronegocio.
Al mismo tiempo recoge el interrogante en torno al rol del conocimiento en estas trayectorias, problematizando el lugar de la evidencia científica en estas disputas y la jerarquización de voces que inciden en los conflictos socioambientales. El capítulo 4 recorre algunas vivencias radicadas en localidades de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos para bucear en los modos en los que se articulan evidencias, percepciones y resistencias, problematizando la normalización de eventos estructurales que son presentados como excepcionales. El 5 pone el foco en un conflicto en Pergamino, localidad emblemática de la actividad agrícola ubicada en la provincia de Buenos Aires, donde un fallo dictaminó en 2019 que el agua no es apta para su consumo por la cantidad de rastros de plaguicidas que contiene. Se adentra también en un conflicto reciente en Lobos, localidad vecina y nuevo territorio de sacrificio. Finalmente, el Epílogo repasa los engranajes de la alternativa infernal retomando su construcción y funcionamiento. Explicita dos acciones a las que este libro busca aportar: desnaturalizar y repolitizar. ¿Y qué es, entonces, politizar?
Una de las definiciones más fértiles que elegimos es la que propone Mark Fisher cuando la ubica como la acción de transformar en un terreno de batalla lo que se da por descontado (Fisher 2019, pág. 119). En nuestro caso, cómo se producen la tierra, los saberes, por parte de quiénes, bajo qué imaginarios y finalidades, implica no solo recuperar las principales reflexiones, sino proponer otras, para sumarlas a la búsqueda por salir de la encrucijada en que vivimos.
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