viernes, 26 de agosto de 2022

Mi huerta, Yo y la Economía Circular, por Rodolfo Pereira

por Rodolfo Pereira 

Muchas veces nos olvidamos, pero la Economía Circular está inspirada en el principio básico de la naturaleza de que no existe el desperdicio, todo se aprovecha. Como dijo Ernst Gotsch, creador de la agricultura sintrópica: “Nos hemos desconectado de la vida del planeta pensando que somos inteligentes y no vemos que somos parte de un sistema inteligente.”

Por esta razón os comparto un poco este relato sobre mi experiencia en mi huerta y algunos puntos que terminan siendo también parte de mi estrategia de aprendizaje cuando pienso sobre los ciclos. Observar y trabajar con la naturaleza es una de las mejores formas de entendernos a nosotros mismos, ya que aunque nos olvidamos muchas veces, también somos naturaleza.

Esta es mi huerta de 100m2. Mi gran lujo. Una verdadera “escuela de la vida” que aunque nunca me de ningún diploma no pienso dejarla tan pronto.

Llevo 8 años haciendo parte de huertas compartidas y os comento un poco lo que aprendo cada día con esta experiencia (que no es poca). 
  • Cultivar alimento y estar en constante contacto con la naturaleza es aplicar lifelong learning a cada día;
  • En una pequeña huerta veo a cada día que la naturaleza no es siempre la cosa más bonita (como una plaga de babosas que te destruye todas tus plantas en 2 días);
  • Las huertas compartidas es un lindo ejemplo de inteligencia colectiva donde prestamos y compartimos materiales además de experiencias vividas por cada uno;
  • Para que la huerta prospere hace falta tiempo y cuidado. Si no dedicas tiempo a cuidar, el entorno definirá qué camino seguirá la huerta. Esto se aplica a la huerta, a los hijos, las relaciones y las empresas. Si no tenemos tiempo buscamos “shortcuts” que pueden ayudar a corto plazo y afectar a largo (como decisiones precipitadas en las relaciones y empresas o como uso de productos tóxicos en los cultivos degradando suelo y calidad de los alimentos).
  • Los insectos son un mundo, los bichos chiquitos ni hablar y como escuché una vez en una charla de Biomímesis: “El mundo es de los microorganismos”.
  • El trabajo con la tierra es algo muy poco valorado. Hay días que estás 4 horas en la huerta (1 día / media jornada) y terminas rebentado. Esto me ayuda a valorar más los alimentos y sobre todo el trabajo de los pequeños agricultores, que por desgracia reciben una poquísimo dinero y reconocimiento por hacer esto todos los días;
  • No hay mejor sonido que el de la naturaleza. Hay veces que voy temprano y llevo los auriculares para adelantar algunos cursos o escuchar podcasts y cuando escucho los pájaros, el viento y los demás bichos en general, simplemente me entrego a estos sonidos y disfruto mucho más;
  • En la huerta (y en la naturaleza en general) también existe mucha competencia y esta competencia también es muy necesaria;
  • De todos modos en la naturaleza también existe mucha colaboración y cooperación, lo que termina sirviendo de equilibrio a toda la competencia;
  • La diversidad es clave para la prosperidad. Es mucho mejor y más sano sembrar calabazas con judías y maíz que con sus “primas-hermanas” tipo melón, pepino y calabacín;
  • Con nuestros rosales aprendí que crecer es bueno pero para esto también hay que podar. Esto es fundamental sobre todo cuando la planta está enferma. Podar es como planificar un decrecimiento de la planta para curar y ajustar el camino para que así pueda volver a prosperar y seguir dando frutos;
  • Los tomates con sus chupones (que hay que quitar) también nos enseñan que más vale una planta con menos ramas y más frutos que grande y pocos frutos;
  • La huerta es un sistema complejo donde la visión de los stakeholders se aplica al extremo. Yo soy el “shareholder” y las plantas son el medio para que yo recoja el beneficio (los frutos), pero sin agua, lombrices, flores, abejas, tierra sana, sol, lluvia, arañas y otros bichitos…no hay frutos.
Y como puso Kate Raworth en su libro “Doughnut Economics”:

“En el libro ‘The Gardens of Democracy’, Eric Lui y Nick Hanauer sostienen que pasar del pensamiento ‘mecánico-cerebral’ a un pensamiento ‘gardeno-cerebral’ requiere paralelamente dejar de creer que las cosas se regulan por sí solas para pasar a ser conscientes de que en realidad necesitan ser gestionadas. ‘Ser jardinero no es dejar que la naturaleza siga su curso; es cuidar – escriben -. Los jardineros no hacen crecer las plantas, pero crean las condiciones en las que las plantas pueden prosperar y formulan juicios acerca de lo que debe y no debe estar en el jardín.’ De ahí que necesitemos jardineros económicos, capaces de alimentar , seleccionar, trasplantar, injertar, podar y desherbar las plantas mientras estas crecen y maduran.”

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